No son tiempos fáciles los que nos han tocado vivir en estas últimas semanas. La pandemia mundial provocada por el virus Covid-19 está dejando cientos de miles de muertos en todo el mundo, a una velocidad que no se recordaba desde hace un siglo. Estamos más preparados, tanto sanitaria como socialmente, para enfrentarnos a una situación tan anormal y compleja como ésta. Y sin embargo, no hemos sido capaces de frenar esta amenaza, que sigue cobrándose vidas y confinando a países enteros, marcando sin lugar a dudas un punto de inflexión inevitable para lo que será nuestro mundo a partir de ahora. La economía cambiaría. La sociedad cambiará. Y debemos aprender a tomar nota delos errores cometidos, para no volverlos a repetir nunca más.
Y es que la historia del mundo es la historia de las pandemias y de las grandes enfermedades que, cada cierto tiempo, han barrido el planeta. Siempre recordamos la epidemia de peste que asoló Europa en la Edad Media y se llevó por delante a millones de personas, pero también hay casos más recientes que nos podrían servir de ejemplo y referencia. Uno de los más sonados es el de la gran epidemia de gripe de 1918, conocida popularmente como gripe española, que en tan solo un año mató a entre 20 y 40 millones de personas en todo el mundo. Se la considera la pandemia más devastadora de la historia, e incluso la del Covid-.19 todavía se mantiene lejos de esos números, por suerte. Vamos a conocer más sobre cómo se desarrolló esta pandemia.
Historia y origen de la gripe española
Se reporta por primera vez en Fort Riley, en Kansas, un campamento militar donde se dan los primeros casos conocidos. Sin embargo, como se ha demostrado con numerosas pruebas, meses antes ya habían ocurrido brotes muy virulentos de gripe en otros campamentos de los Estados Unidos, con algo en común: todos ellos tenían soldados que habían sido enviados a Europa. Esto hace pensar que el verdadero origen de la epidemia no estaba en suelo americano sino francés, concretamente en la ciudad de Brest, donde la mayoría de expertos actuales colocan el inicio de esta pandemia, que pronto se expandió por todo Estados Unidos y Europa. El virus llegó también a España, donde no se censuró la información al respecto, ya que el país no estaba inmiscuido en la Primera Guerra Mundial.
Esto provocó que muchos acudieran a los medios españoles para informarse de la auténtica realidad de la pandemia, y de ahí que se apodada a esta enfermedad como gripe española, sin tener el país nada que ver con su origen. Tras la primera oleada a principios de 1918, que ya fue devastadora, el verano dio un poco de tregua, pero solo para preparar a la gente para lo que estaba por venir. La segunda oleada fue aun peor y mató incluso a más millones de personas en todo el mundo, tanto en las ciudades como en los medios rurales, que hasta entonces parecían haberse librado de todo aquello. Su expansión fue absolutamente enorme por culpa del conflicto desarrollado en Europa, aunque en aquellos tiempos los viajes no eran tan habituales como ahora.
Síntomas de la gripe española
Como cualquier otra enfermedad, esta gripe también contaba con síntomas destacados que sirvieron ya a los médicos de la época para entender que había llegado a Estados Unidos mucho antes de detectarse el primer caso en marzo de 1918. Los síntomas más evidentes eran el color grisáceo de la cara, la alta fiebre y las pupilas dilatadas. También solían darse muchos casos de aceleración del pulso y respiración poco profunda y rápida, afectando directamente al sistema respiratorio. Aquellos síntomas solían ser ya definitivos, y llegaban también con una sudoración abundante en las siguientes horas, mientras los pulmones segregaban exceso de líquido que, de no ser limitado, mataría al paciente en las siguientes 24 o 48 horas. Eran síntomas parecidos a los de la gripe común, pero mucho más virulentos.
La cura de la gripe española
Después de aquellos dos grandes brotes en 1918 y alguno más pequeño en 1919, cuando ya se empezaron a tomar precauciones, la gripe española desapareció en 1920, como si el virus se hubiera evaporado. Ya por aquel tiempo se utilizaban mascarillas de tela y gasa, que se convirtieron en habituales desde entonces en el tratamiento de estas enfermedades víricas. Sin embargo, la cura ante la gripe no llegaría hasta las vacunas de finales de los años 30, cuando se pudieron realizar estudios exhaustivos para encontrar un remedio que inmunizara a la población ante este tipo de ataques víricos. Como ya avanzábamos, para aquel momento la gripe ya no era una pandemia y apenas había brotes virulentos, especialmente en los meses más fríos.
Consecuencias de la gripe española
La gripe española es considerada como la epidemia más devastadora de la historia, por encima incluso de la peste negra, ya que aunque no mató a tanta gente, sí que lo hizo en un periodo de tiempo muy pequeño y concreto, de apenas un año. Según las fuentes que consultemos, son más de 40 millones de víctimas las que cayeron por culpa de este virus tan devastador durante 1918 y parte de 1919. Esa es la principal consecuencia, la enorme mortalidad entre personas ancianas y niños pequeños, que eran especialmente afectados por este virus. Pero por desgracia, las víctimas no fueron el único problema al que tuvieron que enfrentarse los gobiernos estatales. Y es que la economía quedó gravemente dañada después de aquella gripe.
Europa saliendo de una guerra, con el auge de los movimientos nacionalistas y la caída de casi todas las monarquías, y Estados Unidos afrontando una de las épocas más oscuras de su historia, que desembocaría una década después en el crack del 29, seguramente la crisis económica más importante de todos los tiempos. Se perdieron millones de empleos en todo el mundo y los índices de pobreza aumentaron exponencialmente. En España, el virus se llevó a 250.000 personas, algo más del 1% de la población total. Pero el verdadero desastre llegó en países pequeños del Índico, como Samoa o Fiji, donde la casi la mitad de la población sucumbió ante esta pandemia en apenas unas pocas semanas.